lunes, 7 de enero de 2008

Ruby Tuesday

Por alguna razón que se me escapa recuerdo la primera mitad de los setenta como una época bastante lluviosa. Casi todas las imágenes de aquellos años (mis "teen") están envueltas en "noche y niebla", quizá porque fueran tiempos borrascosos, no lo sé, pero es así. Uno diría que se pasó cuatro o cinco años chapoteando por la Calle Mayor con las manos en los bolsillos, o recorriendo reiterativamente cierto número de estancias donde hallaba calor y comprensión.

Uno vive sus tiempos y goza de su generación, pero a la vez está con un pie atrás y otro, supongo, adelante. Sea como fuere, recuerdo que compraba los éxitos de T-REX, y hasta debí creer por algún tiempo que eran "los nuevos Beatles". Todavía existían los singles y para el grupo de Marc Bolan (que era, básicamente, un dúo) bastaba sacar un nuevo "hit" para situarse en dos o tres semanas en el número uno del Top Ten británico. Eso pasó con "Get it on" y con muchos otros (incluída una frenética versión del clásico de Cochran "Summertime Blues"), hasta, creo recordar, con el último coletazo que fue "Metal Guru". Poco después el espiritado Marc Bolan sufrió un accidente y falleció, o poco menos.

Evidentemente en aquellos años escuchaba algo más que los lamentos adolescentes del andrógino Bolan. Por ejemplo (y ya entonces parecía casi una anacronía) a los Rolling Stones. Justamente habían roto con su casa matríz (la Decca) y a medida que ellos iban sacando nuevos discos, sus anteriores editores, basándose en alguna cláusula sibilina del contrato ponían en el mercado un disco recopilatorio tras otro. Fue a esa etapa ya tardía de los Rolling, justamente pasada la vorágine de los sesenta, a la que llegué, y esto, lo de llegar a las modas con retraso, creo que se convirtió en una costumbre.

Pese a mi precocidad innegable lo cierto es que los "happy sixties" me pillaron demasiado verde y los fui descubriendo más bien en la década siguiente. Ese fue el caso de una canción como Ruby Tuesday, contemporánea de "Penny Lane" (Lennon & Mc Cartney) y como ella vagamenta londinense y "mod".

Esa indefinible melancolía del tiempo otoñal, de los domingos por la tarde (o de los martes, en este caso), me prendió en seguida y como iba ambientando mis vivencias en los lugares que conocía, fueron algunas traseras no muy bien olientes de la calle de la Económica (vulgo "Calleja Sucia", casi una Penny lane de la altimeseta) donde situaba los escenarios emocionales de estas y otras canciones. Quizá por asociación de ideas, porque por allí, no mucho antes, había hecho deambular a los personajes dickensianos de "Canción de Navidad", "Oliver Twist" (que, para mi sorpresa, nada tenía que ver con Chubby Checker, ni con los primeros botes de cristal herméticos que llegaron a "Los Sevillanos" conteniendo encurtidos y con este término polisémico -Twist- escrito en la tapa) o al un tanto repollo David Copperfield...

Así que Ruby Tuesday, por aquel año 71 o 72, no mucho después de mi aventura carcelaria, significaba lluvia, soledad, domingo por la tarde, indefinible melancolía, añoranza de lo no-vivido y otras reminiscencias de ese tenor.

Por aquel entonces solía pasar ratos de intimidad en un sótano que había habilitado para escuchar música, leer, etc. y a donde llevaba invariablemente las escasas conquistas femeninas que realizaba.

Una de ellas, uno de esos amoríos sin futuro de la adolescencia, fue una estudiante de enfermería, menuda y aniñada (bueno, "era" una niña, pero entonces dudo que me lo pareciera) con la que pasé algunas tardes en aquel tiempo. Recuerdo que era una persona melancólica, quizá tanto como yo lo soy y que en aquellos encuentros fugaces, dominados seguramente por el entorno del sótano, que era bastante hosco y hasta tremebundo, solíamos ponernos bastante depresivos. Aquella chica, a la que dejé pronto de ver por razones que he olvidado y que nunca más he vuelto a encontrar, era cubana: aunque de raza y aspecto occidental la delataba la dulzura de su acento. De algún modo no muy explícito sé que "la heredé" de un compañero de militancia antifranquista bastante mayor que ambos. "No se entera de nada", sentenció el rojeras (creo que ahora anda de corresponsal en Canadá),quien había intentado explicarle varias veces las excelencias de la revolución castrista, pero la chica, hija de exiliados, aunque compartía vagamente nuestra progresía, no tragaba a Fidel.

Fue ella, en aquellas tardes de agridulce placidez, quien me habló por primera vez de Melanie y de su voz portentosa.

Algunos años después, cuando por fin tuve un trabajo estable y unos ingresos regulares, uno de los primeros discos que compré fue una recopilación de Melanie y para entonces comencé a darme cuenta del prodigioso parecido físico que "mi" cubanita guardaba con la cantante.

De aquel Ruby Tuesday, rollingstoniano, a este otro todavía más sosegado y tristón iban algunos años, pero sé que lo escuché por primera vez a solas, en lo que fue mi primer "piso de soltero", en la plaza de Fuentes Cabrejas, y que llovía, y que por un ventanuco del patio de luces se escuchaba a una madre cantar algún soniquete somnoliento a su hijo pequeño...

Las notas de esta vieja canción suelen traerme el recuerdo de aquellos años y la indefinible languidez de una relación apenas entrevista, en agraz, que no desembocó (como tantas otras) en nada concreto, apenas un esbozo, un garabato de sentimientos indefinidos. La duda del qué hubiera pasado, en qué hubiera parado aquello, a veces me seduce, y hasta hago cabalas. Lo de siempre, cuántos años tendrían nuestros hijos, cómo hubieran transcurrido nuestras vidas, bifurcaciones incógnitas de esos senderos laberínticos de los cuáles a duras penas conocemos un ramal: el que nos ha traído hasta aquí, para bien o para mal...

Por todo ello Ruby Tuesday es la sintonía de una nostalgia que ya tiene estratos, sótanos y semisótanos, minas y contraminas, galerías muy profundas donde el aire se ha enrarecido demasiado ya como para descender sin el auxilio de oxígeno. Y en su penumbra, en los recovecos del laberinto, con una acústica de bóveda románica, mientras fuera cae mansamente la lluvia o la nieve, todavía se escucha la voz desolada y sin esperanza de Melanie Safka: Good bye, ruby tuesday...

Antonio Ruiz Vega

2 comentarios:

cragev dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
cragev dijo...
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