domingo, 12 de octubre de 2008

Alexander Mackendrick

El otro día descubrí, casi por casualidad, que cinco de las películas que más me han gustado a lo largo de toda mi vida, estaban dirigidas por el mismo cineasta, de quien –la verdad- no había oído hablar en mi vida.
Una de las películas míticas de mi infancia fue Sammy. Huída hacia el Sur. La historia de un niño que vive junto a sus padres en El Cairo y que, cuando ellos mueren, decide reunirse con su único familiar vivo: una tía que vive en Sudáfrica. Así que el pobre Sammy debe recorrer casi toda África, de Norte a Sur. Y no lo hubiera conseguido de no ser por la ayuda de un estrafalario cazador incorporado por Edward G. Robinson. Aunque soy consciente que esa película tiene para mí un significado que tendrá para pocos, me gustaría saber si fue importante para otros. Aunque tengo una copia, hace bastante que no la veo, pero creo recordar que los padres mueren, al comienzo de la película, en los disturbios que siguen a la invasión de Suez por las tropas anglofrancesas, en 1956. Algún día tendré más tiempo para explicar cosas que a mí me sugiere este film que dejó una gran impronta en mi infancia.
El quinteto de la muerte es otra gran película, mucho más conocida, donde aparece uno de los autores-fetiche de Mackendrick. Cinco gansters, capitaneados por Alec Guinnes, se albergan en casa de una viejecita, que resulta dura de pelar. Su coartada será que forman un quinteto, creo que de cuerda.
El hombre del traje blanco¸ de nuevo protagonizada por Alec Guinnes, es la historia de un inventor chiflado que descubre –no por casualidad- una fibra indestructible y que permanece siempre inmaculada. Como es lógico todo Manchester emprende su busca y captura ante el riesgo de que provoque un crack de la industria textil. Finalmente la misteriosa fibra se demostrará soluble en agua… En un guiño improbable, de puro fácil, que me recuerda la triquiñuela de H.G. Wells cuando, en su La guerra de los mundos hace morir a los malísimos marcianos de un modesto resfriado. Y eso cuando los terrícolas habían probado todo tipo de armas contra ellos…
Pero la más entrañable, y la última que descubrí, fue sin duda La pequeña Maggie, la historia de un pequeño vapor que se dedica al cabotaje de bajura tripulada por un puñado de entrañables liantes. Entre ellos y su capitán conseguirán sacar de sus casillas a un empresario yanky que termina por aprender la lección de que hay cosas más importantes que la eficacia y la competitividad.
Cuando descubrí que el hilo conductor de todas ellas era Mackendrick, me puse a la tarea de visionar el resto. Esperan su turno Mandy, Viento en las velas y No hagan olas.
Ya les contaré…
(Esta es la primera entrada no dedicada al mundo de la fotografía. Pero es que la motivación de este blog es ir mostrando todo lo que constituye mein eigentum. Es decir: mi propiedad).